Soy Iván Corres y llevo años desarrollando producto, desde la idea hasta que se convierte en realidad. He pasado por fábricas, procesos, diseño y costes… Pero lo que siempre me ha movido es crear cosas que conecten. Que no sean solo “producto”, sino experiencia, emoción y cambio.

Hace un tiempo lancé mi propia startup. Fue intensa, valiente, pero nunca vio la luz. Y, aun así, me dejó la lección más importante: no basta con que algo funcione, debe tener sentido. Debe mover, emocionar y dejar huella.

Cuando apareció Snipe

Entonces conocí Snipe. Una plataforma que no vende cosas, cuenta historias. Convierte cada subasta en una experiencia compartida. Te saca del scroll infinito y te mete en un momento real. Cada objeto tiene algo que decir. Y cada persona, un lugar para brillar.

Snipe también me tocó por otra razón. Mi mujer, mi hija y yo vivimos en Barcelona, lejos de nuestra familia. Ser padres primerizos sin red de apoyo no es fácil: hay días de cansancio, de aislamiento, incluso de invisibilidad. Aun así, nace una fuerza interna: la necesidad de dejar un legado. De que todo este esfuerzo signifique algo mayor.

Más que un proyecto

Para mí, Snipe no es solo un proyecto. Es una forma de estar en el mundo: apostar por lo auténtico y creer que lo pequeño (un objeto con historia) puede mover lo grande (una comunidad entera).

Aquí no venimos a vender. Venimos a provocar emoción, a conectar personas y a convertir la exclusividad en experiencia compartida.